Allá, a principios de los setenta, me embargó un afán por la cartografía que aún no me abandona: algo me decía que para soñar con viajar y conocer se empieza por los mapas y, como un pequeño aventurero entre los 9 y los 13 años, anduve siempre mentando salidas de pizza y cine que terminaban arrastrando a mis amigos a embarcarnos en trenes, bondis, lanchas, botes, largas caminatas donde oficiaba de brújula, exitante alquimia de enlaces y combinaciones que nos hacían lamer la piel de la ciudad en largas extensiones; colándonos cuando fallaban los cálculos y se acababa la guita, contra reloj para evitar la calentura de los viejos... en fin,una época dorada donde sin estar exentos del riesgo que cada persona asume al despertar; dos o tres amigos se podían dar el lujo de descubrir el mundo a pura adrenalina, sin los despiadados muros de prudencia que levantó la realidad que hoy transitamos.
Valga como ejemplo, esos días que el Cine Aconcagua quedaba atrás y el colectivo 107 nos depositaba en Coghlan; reconocimiento, abordaje y desembarco en Bmé. Mitre ahí por la Quinta de Olivos, al igual que hoy, pero allí comenzaba la aventura: en la caminata por las vías del clausurado ramal Delta del FFCC Mitre, llamado entonces "del bajo" (cerrado por Frondizi, resucitado en los '90 por el paquete "Tren de la Costa"). Pateando hallazgos bajo el sol sobre durmientes dormidos, estaciones fantasma o convertidas en los hogares de sus ex jefes; durmientes con pelucas de pasto, terraplenes yermos... el río aparecía en Barrancas y en algunos tramos, la vegetación era verdadera jungla: honderas palos y piedras nuestras armas, avanzábamos hasta que la luz comenzaba a ceder y trepábamos por calles suntuosas en busca de Libertador y la línea del "alto", para así volver hasta Estación Rivadavia en Capital y de allí el 117 o el 28 nos depósitaba en Lastra y Gral. Paz, a cómodas veinte cuadras de casa...
Cuántos camiones para colgarse, cuántos rumbos para emprender una vida exploradora con aquellos ojos de niño, que todo lo sobredimensionan, que ante todo se entusiasman; entonces parecía remota la estación Chacarita ¡Rápido, a volver a Villa del Parque siempre hacia el fondo huyendo del "chancho"! Y de pronto la Cancha de Atlanta dejaba de ser un dibujo en el plano de Villa Crespo: el culto a la simbología e iconicidad tenía su merecida recompensa: ohhh, los dibujitos se volvían tangibles, los planos estudiados durante noches develaban sus secretos y entonces soñábamos nuevas aventuras. Es así, cuando se es pibe las escalas son otras: el barrio un par de cuadras donde para la barra; la ciudad, el mundo de más allá...
Tres cosas me obsesionaron: los trenes (no dejé ramal sin recorrer: el Midland con sus estaciones de agujas, el que salía de la Estación Avellaneda de Puente Agüero con sus máquinas a vapor, las "chanchitas" de Haedo, Merlo, Victoria, Cañuelas...); los bondis (salía a trabajar con mi viejo que era visitador médico y en un cuaderno Gloria, había anotado líneas del 1 al 1000, para convertirme en un cazador de números, recorridos y colores de capital y el conurbano -no existía la guía T, eran épocas de oro de la Filcar y la Gui Pla. Mi trabajo de coleccionista -que trascendía las marquillas de cigarrillos- daría cuenta de tantas líneas que ya hay muchas desaparecidas, como la 81 que iba de Cobo y Curapaligüe a San Martín en pvcia. o la 77, que hacía Versailles - Aduana; tantos recorridos mutilados y tantos otros henchidos; tanto colorete fileteado -que le daba personalidad a los barrios del recorrido-, que hoy se han uniformado en sucios esmaltes sintéticos mate...) y por último los Puentes del Riachuelo

En la casa de mi abuela, había una guía Peuser del año '61, con la que yo recorría ávidamente las riberas de nuestro curso emblemático de agua y me embelesaba planeando las incursiones que llenarían mis ojos y que por lo poco accesibles requería que mi padre invirtiera fines de semana recorriendo lugares pestilentes con el auto.
Durante años, el Riachuelo permaneció en ominoso letargo de degradación y olvido, solo volvió a ocupar las mentes de los porteños por los dislates de advenedizos ladrones de turno, como la funcionaria que lo sanearía en 1000 días, con lo que debe haber obtenido suculentas recaudaciones de la empresas que veían amenazado su operar ante una orden de frenar la polución sistemática. Pero esto cambió en los últimos años, con las obras que sobre la ribera capitalina hizo el Gobierno de la Ciudad para combatir las inundaciones y crear un polo turístico y se vió sacudido en las últimas semanas por los anuncios que desde el Gobierno Nacional, la Intendencia de Avellaneda y el Gobierno porteño se hicieron, agitando los corazones de ambas riberas, desde la Boca a la Isla Maciel, de Barracas a Dock Sud, Avellaneda o Gerli.
Desde el 22 de agosto que se puso en marcha un plan para revivificar las vías de comunicación. Posiblemente esto tenga que ver con una forma de complicar la protesta social (uno no come vidrio), pero también refleja una realidad de la degradación de las vías de comunicación. Es así como se proyectó rehabilitar el trasbordador Alte. Brown o Nicolás Avellaneda (el Puente negro), que realizó el 31 de agosto de este año, su primer travesía desde 1947 entre ambas márgenes del curso de agua, haciéndolo sobre sus mecanismos originales. Se piensa en recuperar totalmente el enmohecido arco de hierro que atenaza La Boca con La Isla Maciel (pensar que a principios de los '70 el boludo de Pipo Mancera nos tuvo mirando pa' arriba hasta ponerse duro el cogote, cuando entre otras de las güevadas que hizo, lo quiso atravesar en altura por una cuerda floja... el viento se lo hizo pensar ds veces, nos quedamos sin espectáculo morboso y Sábados Circulares sobrevivió un par de años más.)

Aquí les traigo la historia de estos brazos que unieron las arterias productivas del país de la carne, el de la década infame, la terrible "ley del Frío", el de la película La Mary (sí, esa con la Susy y Carlitos Monzón).
La antigua guía de mi abuela mostraba dos puentes que no había podido hallar: el "Pte. Luis Sáenz Peña" y el"Pte. Justo José de Urquiza". Los dibujos de referencia en celocía en el mapa, me hacían pensar en puentes de hierro, y la verdad es que acertaba, lo que no podía saber en los primeros setenta, es que llevaban uno 40 años y el otro una década de desguazados. Tan esquivos fueron, que en las tareas de dragado y despeje del curso navegable del canal, sus basamentos debieron buscarse con ecosonda por lo espeso y turbio de las aguas y sus desperdicios; pero yo me imaginé que el Urquiza estaba acá
Justo en el lugar donde el nuevo puente que se construirá entre 6 mese y un año a partir del comienzo de obras, unirá la Av. Patricios de Capital, con la Av. Roca en el Doque, esa que después es un boulevard que, después de esquivar la cancha de Arsenal te lleva hasta Mitre por Debenedetti, justo debajo del viaducto y la estación Sarandí: buena alternativa, habrá que ver cómo reurbanizan "Villa Tranquila" sin tener que poner cercas eléctricas... Ahora bien, ¿por qué no notaba pilotes en el medio del río? estas pinturas nacidas de la paleta de Aquino, me empezaron a traer una idea que no me era familiar, porque nací en la época del automóvil y no en la de la bicicleta, el proletario a pata y los carros ¡era un trasbordador!, lo que había que cruzar era la mano de obra a los frigoríficos, peladeros, saladeros y plantas de conservas

Aquí está el trasbordador Urquiza, inaugurado en mayo de 1913, un año antes que en abril de 1914 comenzara a hacerlo el Nicolás Avellaneda viejo (Puente Negro).

Fue conocido como "Puente Barracas" o "Puente Patricios", pero era el Trasbordador Pte. J. J. de Urquiza, pasando el puente de hierro del Tren del Sud hacia el lado de Barracas; ese ramal que va a Casa Amarilla por detrás de la Bombonera. Y este era el acceso a su barquilla colgante.
Y éste es un detalle de la barquilla transbordadora arribando en uno de sus cruces en los años '20.

Al otro lado del puente del tren, hacia la vuelta de Rocha (o más precisamente de Badaraco), estaba el puente levadizo Pte. Sáenz Peña, que partía de la calle Garibaldi y conducía a la gente y los carros de tropa al frigorífico La Blanca, competidor del frigorífico La Negra y la CAP, que estaban donde hoy se encuentra el Shopping Alto Avellaneda; acá sus imágenes; es el más antiguo de los modernos puentes, anterior a 1900 (en el 1902 se construyó el viejo Puente Pueyrredón sobre la calle Solas, hoy Vieytes) y paradigma de las construcciones contemporaneas, lo anterior, los puentes de Galvez en Barracas, de Burgos (donde hoy está el Alsina), fueron maderámenes decimonónico, sin las líneas e hileras de remaches que embellecieron al Bosch, victorino de la Plaza, etc. Acá lo tienen , se lo conocía por "Puente Capital"

Durante años de infancia sospeché que la tragedia del tranvía del año '30 había ocurrido aquí, pero no: las fotos de cuando lo sacan del Riachuelo mostraban al viejo Puente Pueyrredón, sin embargo fue en el pequeño Bosch, a la sombra del otrora monumental puente de hierro para las 4 vías del Roca, donde la niebla le tendió la celada al coche eléctrico poblado de madrugadores obreros.
Volviendo al Sáenz Peña, funcionó hasta el '31: la crisis volteó mucha actividad del otro lado de la ribera y unas décadas después nada quedaba de él.

El que pervive emblemático, es el espléndido puente levadizo del tren (emblemático y utilitario para Ferroexpreso Pampeano y algún otro concesionario de cargas), durante años fue de color naranja propio del minio, esa fuerte pintura antióxido, hoy está pintado de un desubicado celeste cielo y muy degradado. Se lo conocía y conoce como "Puente Barraca Peña" y se ha convertido en postal de tango y Riachuelo




El viejo puente Pueyrredón, con su Torreón histórico (ya nos ocuparemos de su historia), solo admite tránsito liviano; el Victorino de la Plaza es muy estrecho 
y se lo somete a continuas tareas de mantenimiento (el nuevo Puente Patricios - Roca tendrá 4 carriles con dos de tránsito pesado y será giratorio) y el Bosch permanece cerrado, solo abierto al tránsito peatonal que acusa repetidamente el tener que "pagar peajes" a las pandillitas locales. el plan de gobierno prevee recuperar sus mecanismos de elevación, volver a hacer funcionar el trasbordador de la boca, y recomponer escaleras mecanicas, baños e instalaciones del Nuevo Puente Nicolás Avellaneda, tareas que fueron comenzadas por varias ONG's entre ellas "Barrios de pie"... 
Algo está cambiando hacia el sur, se lo ha ganado por historia. Mientras tanto, impertérritos, los boteros van y vienen de La Boca a la Isla Maciel como si el tiempo se hubiera estancado, tal como las oscuras y fétidas aguas que surcan por módicas monedas de pasaje...
El saneamiento del curso tiene nuevos proyectos, nuevas partidas asignadas, nuevos funcionarios comprometidos, nuevos plazos para cumplirse y nuevas comisiones estudiando y trabajando sobre una recuperación de la cloaca a cielo abierto, que no llevará menos de diez años. Las futuras generaciones miran desde las mancilladas riberas, Dios los castigue si no cumplen, la Patria los demande y los meta en cana...